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México 2-0 Jamaica: Un laboratorio con fortuna

  • Gustavo Torres | @FutIncorrecto
  • 11 jun 2016
  • 3 Min. de lectura

La era de Juan Carlos Osorio nunca dejará de verse con escepticismo a través del lente del medio mexicano, que por naturaleza es resultadista y, sin embargo, hoy pretende defender las formas por encima de los números. En esta visión, el técnico colombiano tiene a la selección nacional fuera de los cuartos de final de la Copa del Mundo hasta que demuestre lo contrario.


Es verdad que este México no enamora, pero antes hay que reconocer que en una selección hay muy poco tiempo para entrenar, y a eso hay que añadirle que la conforman jugadores de muchos clubes distintos, con ideas de juego también muy diferentes, y que apenas se van conociendo (ya sea por ser nuevos o porque siguen tratando de encontrarse a sí mismos tras tanto cambio de entrenador).


Si para la prensa y afición este verano es la (quizás única) oportunidad para ganar la Copa América, para Osorio es más que eso: como me comentó @ricardofloresc, él lo está tomando como si fuera una pretemporada. Está aprovechando el tiempo para experimentar e inculcar conceptos... y si eso viene con el trofeo, pues mucho mejor.


El laboratorio instalado en Estados Unidos parte con una formación 3-3-1-3 que, gracias a las condiciones de los jugadores que la integran, puede cambiar a una línea de 4 en defensa sin problema alguno. Este principio se repitió ante un rival que, como Uruguay, se acomodó en 4-4-1-1 y prefirió entregar la pelota. Los charrúas tuvieron a Edinson Cavani como el elemento sin el cual era imposible crear ocasiones; los jamaiquinos contaron con Giles Barnes. Por suerte para México, sus adversarios, en vez de disponer de rematadores letales, debieron echar mano de escopetas de feria.


En el primer tiempo no dejamos de ver movimientos interesantes de los once mexicanos: extremos pisando zonas interiores y volantes tocando la línea de banda; el pivote retrasándose para emparejarse con el líbero y hacer la línea de 4; la generación continua de líneas de pase y cambios de juego. En fin, es evidente que ha habido trabajo en los entrenamientos, que han sido cursos de inmersión en la inmensa teoría que existe dentro de la cabeza del entrenador.


El problema es que, por más táctica que se busque implementar, jamás debemos olvidar que el futbol es de los futbolistas. No esperemos que los peces trepen árboles, lo mismo con Jesús Dueñas, un buscador de espacios libres para recibir, organizando el juego mientras Rafael Márquez hacía de interior o de central. De igual manera no esperemos que Javier Hernández y Héctor Herrera reciban de espaldas, compitiendo con los centrales; ni que Raúl Jiménez encare a su lateral o lo ataque al espacio, tampoco que Néstor Araujo y Yasser Corona entreguen la pelota en tiempo y forma. La idea de Osorio era muy buena y atrevida, pero no estaban los actores idóneos para representarla.


Para el segundo tiempo se abandonó el 3-3-1-3 para recurrir al 4-3-3 y potenciar las virtudes de sus futbolistas: la técnica de Héctor Moreno, la lectura de Márquez, la hiperactividad de Herrera. Sin embargo, en la defensa central estaban Néstor Araujo y Yasser Corona, que sólo habían estado juntos en el segundo tiempo del partido eliminatorio contra Canadá en el Azteca. Era imposible que no concedieran jugadas de gol por errores de coordinación.


Así que se presentó otro cambio en el parado: 4-2-3-1 con la entrada de Jesús Molina. Hirving Lozano y sus amenazas al espacio ya habían ingresado antes por alguien que las pide todas al pie como Jesús Corona. Poco tiempo más tarde, Oribe Peralta entró por Chicharito (tres goles y unos desmarques a la espalda de Godín en la era Osorio, de momento) y otra vez pudo terminar en goleada lo que bien pudo ser un empate o derrota. El azar existe en el futbol, y en gran medida, no se puede negar.


La peor cara de México se ha visto cuando el rival eleva un poco la presión y compromete el bajo nivel técnico de varios de sus jugadores, comenzando con el portero (sea Alfredo Talavera o Guillermo Ochoa). Un rostro ilusionante se ha visto cuando no lo aprietan y puede encadenar posesiones largas; la versión más productiva ha sido con espacios por delante para correr, encabezada por Hirving Lozano y Raúl Jiménez.


9 de 9 y un gol en contra. Números que pueden ilusionar a cualquiera, menos al mexicano que vivió los 21 partidos sin perder de La Volpe y otros 14 con José Manuel de la Torre. A él le tienes que presentar una Copa América, una Copa Confederaciones traída desde otras tierras y unos cuartos de final de Copa del Mundo, Juan Carlos.



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