México 1-1 Venezuela: Cuando mejor se juega, no se gana
- Gustavo Torres | @FutIncorrecto
- 14 jun 2016
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El trabajo táctico y la calidad de los futbolistas pueden intentar reducir el azar al mínimo, pero es imposible que llegue a cero. Al final, siempre, la pelotita manda. México y Venezuela terminaron con siete puntos en el grupo C de la Copa América Centenario cuando bien pudieron terminar con 4 ó 9 y no le extrañaría a nadie. Por eso es que en nuestros análisis debemos evitar ajustar nuestros puntos de vista al marcador, para no caer en trampas mentales que sólo hacen daño.
Hoy México ha dado su mejor partido en la era de Juan Carlos Osorio. La salida de balón fue estupenda gracias a un colosal Héctor Moreno, que si un día falta en la selección el técnico tendrá que inventarse algo para tratar de olvidar su ausencia. Los extremos y laterales entendían muy bien cuando debían estar por dentro y cuando por fuera, y aquí hay que destacar el gran primer tiempo de Jorge Torres Nilo, aunque eso no quita que Miguel Layún es un jugador muy superior, pero las sensaciones con él han sido muy positivas.
Cada línea de México tuvo sus puntos para elogiar. Andrés Guardado y Héctor Herrera sabían colocarse entre líneas y otorgarle el espacio a los extremos cuando recortaban hacia adentro. Luego, Oribe Peralta dio, tal vez, su mejor partido con la selección: preciso en todos los apoyos dejando el balón a sus compañeros de cara a portería rival, trabajando en la recuperación de balón, compitiendo contra los centrales de espaldas a portería, abandonando la zona para darle dirección a la jugada... pero no tiene esa sensibilidad en el área para encontrar opciones de remate que tanto caracteriza a Javier Hernández.
Si hay que encontrar el punto menos fuerte de la selección mexicana, quizás habría que fijarse en Jesús Molina. Su talento para recuperar la pelota es indiscutible, y se le reconoce el esfuerzo de colocarse entre centrales para facilitar la salida de balón, sin embargo, con el balón en los pies no es una maravilla. Osorio lo entendió y lo sacó del campo para jugar con dos puntas y situar a Guardado como mediocampista fijo (¿lo probará algún día como pivote en mediocampo de tres?).
Corrían los minutos y nos desesperábamos con Jesús Manuel Corona, hasta que apareció esa magia que ningún mexicano más que él tiene. Y visto su gol más lo que volvió a aportar Hirving Lozano deberíamos estar agradecidos por tenerlos en un país donde muchas veces se ha experimentado con línea de 5 con un par de carrileros muy disciplinados en la táctica, pero sin el talento para desbordar (y el talento es táctica, no olvidemos).
Reverencia a Venezuela, que con sus armas y en un torneo corto es de mucho cuidado. Christian Santos con su físico y Yonatan del Valle con su movilidad supieron repartirse roles y espacios; Alejandro Guerra mostró su calidad cuando se metió desde la banda derecha; Adalberto Peñaranda ilusiona con esa personalidad a sus 19 años; Tomás Rincón es el jefe que tanto mete la pierna como organiza mediante el pase. Se enfrentará a Argentina pero con la moral por los cielos es capaz de cualquier cosa. Y México bien puede toparse con Panamá y quedar fuera en cuartos de final, porque desde aquella eliminación contra Canadá en la Copa Oro del 2000 soy el mexicano más desconfiado.
En este mar de experimentos Juan Carlos Osorio nos ha manifestado que ha diseñado una estructura muy clara, funcional, pero que seguirá requiriendo trabajo para potenciar a todas sus piezas (Guardado, Herrera y Chicharito siguen quedando a deber con balón). Hay razones para ser optimistas, pero, de nuevo, la pelotita siempre manda.