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Lo que la EURO nos dejó

  • Francisco Mariscal |@MariscalPakillo
  • 18 jul 2016
  • 2 Min. de lectura

En agosto de 2015 echó a andar una temporada la cual ni los mas visionarios podrían llegar a predecir lo que nos iba a acontecer y es que el panorama futbolístico nos ha dejado once meses que muy probablemente no olvidaremos nunca. Hemos acontecido al curso de las sorpresas el de las revelaciones e hitos históricos: Ranieri y su Leicester, Rostov peleando la liga en Rusia, Independiente del Valle llegando a la final de la Copa Libertadores, el Angers francés durante muchas semanas en lo mas alto de la tabla de Ligue 1.


El 10 de julio se puso el cierre a esta inolvidable temporada y no podía ser de otra forma, albergándonos un final a la altura del comienzo con Portugal levantando el cetro de campeón de Europa de selecciones en Saint Denis y contra el anfitrión.


Puestos en situación toca hablar de esta Eurocopa la cual no ha sido un canto al fútbol sino que ha sido un canto al pueblo y así es como durante un mes hemos visto como este nuevo formato de 24 equipos ha servido para engrandecer la globalización y ensalzar la buena labor de selecciones y países "pequeños".


La probatura de la UEFA ha sido un soplo de aire fresco para este deporte dejándonos ver que cada vez hay menos distancia entre equipos, que el talento siempre ha estado en cualquier parte del continente, pero que ahora el trabajo empieza a dar sus frutos.


Hemos disfrutado con Islandia y su particular jaca, con la Gales de Bale y Coleman y como estar a un paso de la final sino se encuentran en su camino con el animal de Cristiano, con esa Albania italianizada por Gianni De Biasi o con Hungría y su fascinante forma de divertirnos al jugar sin presión alguna.


El caso es que hemos disfrutado con lo inesperado con lo sorpresivo, adoptando la actitud de alinearnos con el "débil" para ver hasta donde llegaba la gesta de éste. También contemplamos la otra cara de la moneda, es que las potencias o selecciones fuertes han dejado un mal sabor de boca véase: España, Alemania, Inglaterra, Italia e incluso Francia (aunque fuese finalista) cada una de ellas con sus matices y análisis diferentes, pero sin duda ninguna ha terminado de llenar al espectador.


Para los románticos de este deporte el torneo deja datos poco alentadores ya que se ha visto computado que el éxito se ha alcanzado sin manejar la posesión o tener un elevado numero de ocasiones. Ha sido la Euro del repliegue y contragolpe, de proponer poco y esperar, la Euro que nos ha devuelto a décadas atrás donde el 4-4-2 era el modelo ideal y de los saques de banda se rentabilizaba una ocasión. Se ha impuesto el ser dominado, el tener el balón lo mínimo posible pero el hacer un arte de la efectividad.


Ha sido una Eurocopa de técnicos, más que de jugadores y creo que dicho esto se resume todo o en gran parte del certamen. Todos recordaremos el trabajo de Coleman, Conte, Lagerback o del gran vencedor Fernando Santos, pero muy pocas individualidades han estado por encima del maravilloso trabajo de los nombrados seleccionadores.


Los caminos se estrechan, las fuerzas se igualan y esta Eurocopa ha sido el culmen a una temporada que nos ha dado una cura de humildad a todos.

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